Situados entre el fin de 2017 y comienzos de 2018, tenemos la oportunidad de visitar en la Sala Rusiñol de Sant Cugat una exposición de pintura que recoge notables muestras del arte que se practica en nuestro país. Los cinco artistas representados –Albert Alís, Josep Cruañas, Fabio Hurtado, Benet Sarsanedas y Manuel Ruiz Ortega- destacan por si mismos y, a la vez, unidos en esta ocasión, conforman un magnífico abanico que permite al espectador transitar entre objetos cotidianos cargados de simbolismo, paisajes de civilización urbana, evocaciones del glamur norteamericano de los años veinte, naturalezas de vitalidad desbordada y delicados ramilletes de flores.
Albert Alís transmite con la movilidad de su color como el aire es vida. La esencialidad se encuentra muy presente en todas sus composiciones, haciéndonos entender que las coses más corrientes, aquellas que pueblan el día a día de cada persona, son trascendentes.
Josep Cruañas, buen conocedor de las ciudades...europeas que describe en sus obras, nos hermana a todos en una voluntad de progreso cívico y de mejora en la convivencia entre las culturas. La importancia del arte queda reflejada en la presencia central de los monumentos en teles.
Fabio Hurtado busca en el pasado una alegría de vivir y un amor por la elegancia y el buen gusto que desea para los tiempos actuales. Los transatlánticos expresan modernidad, confianza en la ciencia aplicada y el deseo de conocer otros mundos, las mujeres rezuman independencia y los perros encarnan la fidelidad.
Benet Sarsanedas, denso y sólido en sus colores plenos de contundencia, es, a la vez, un espíritu delicado y puro como el vuelo de un pájaro de bosque. Sus lienzos son un canto al vigor de la naturaleza en la que las aguas se arremolinan, las hojas queman en los árboles y el cielo y la tierra, confrontados, se enfrentan en un duelo de intensidades.
Manuel Ruiz Ortega, virtuoso intérprete de la luz como origen de la existencia, sabe ver, en la sencillez de unas flores puestas en un vaso, la eterna voluntad de permanencia. Igualmente, las cúpulas de las Iglesias renacentistas derrochan espiritualidad y voluntad de alcanzar una armonía vital.
Cinco autores distintos, pero todos ellos entregados plenamente a la creación artística, que es ansia de conocimiento y búsqueda de belleza.
Entrada actualizada el el 30 nov de 2017
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