La obra de estos dos artistas se combina a través de flujos de forma, textura y temática. El nexo de unión argumental en la selección de estas piezas es a partir de sus referencias al fluido, al estado líquido, representado o referenciado desde diferentes perspectivas, sensibilidades y técnicas. El agua como elemento simbólico establece el hilo narrativo del diálogo establecido entre las obras y el espacio.

El volumen, tratado de forma efectista en ambos artistas, es también un nexo común, la tridimensionalidad de Clara Carvajal, desde una percepción matérica, con volúmenes de dimensiones variables y el trabajo con materiales puros, no especialmente tratados a simple vista, recrean elementos simbólicos que ocupan un espacio real, en contraposición, el trabajo pictórico de Jordi Ribes, genera escenografías ficticias en dos dimensiones, fotogramas aislados y reproducidos al óleo ... repletos de iconografía popular en los que la forma condiciona el contenido, un lenguaje pictórico que desde el uso del pigmento con acabado tecnificado cuestiona sus propias posibilidades.

Ambos artistas generan paisajes imaginarios que ofrecen al espectador la posibilidad de explorar su complejidad, dependiendo de su propia percepción y bagaje. En la tierra como en el cielo muestra ese espacio intermedio simbólico, desde la obra de dos artistas que de forma complementaria exploran diferentes lenguajes.

La obra de Clara Carvajal se acerca a lo terrenal de forma sutil y estilizada, se trata de una realidad que parte de un modelo, tomando sus propias palabras 'que desde el principio al final era nada'. Su trabajo puramente escultórico se desarrolla sobre madera, cobre, piel o plástico, y plantea construcciones en el espacio que evocan otras realidades, sin falsedad o tapujos. Formas naturales contundentes no artificiosas, como invocaciones a lo intangible desde la forma.

El trabajo pictórico de Jordi Ribes evoca un imaginario infantil y siniestro, representaciones artificiales repletas de referentes populares, desde la ficción, como elemento sagrado, a lo doméstico, entornos naturales con reminiscencias digitales, colores neón y formas redondeadas, narrativas ambiguas y descontextualizadas, efectismo visual y un desarrollo minucioso de las propias posibilidades de la técnica al óleo.