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Manuel Sáez lleva dos años trabajando en el cuerpo central de la exposición, un despliegue de 50 dibujos sobre papel de 50x70cm. de disposición variable. Cada obra funciona de manera individual, pero su ubicación junto al resto invita al diálogo y a la confrontación. Así, como si de una partitura se tratara, la comisaria Ana de Miguel ha tomado el medio centenar de imágenes a modo de notas musicales para con su distribución componer una banda sonora ... visual. El ritmo del conjunto depende de la distribución de las piezas de este puzzle.

Frente al políptico de objetos cotidianos, que van de un gato, a un taburete, un paisaje o una mujer semidesnuda, el visitante puede tan sólo reparar en el aspecto formal de las imágenes, o sortear su funcionalidad para asociarles aspectos emocionales e ideológicos en función de su biografía personal.

Ya sea una brocha de afeitar, un elefante de plástico o la raíz sinuosa de una planta, tras pasar por el tamiz del artista, los 50 dibujos derivan en imágenes esenciales, depuradas y de alto poder hipnótico. El resultado son impactos frontales en apariencia primarios pero sutiles y absolutamente contemporáneos.

La selección de los objetos responde al amplio espectro que proyecta su imagen. Son figuras a las que el visitante se puede acercar desde múltiples puntos de vista y sin punto de vista, imágenes que permiten un acercamiento conceptual pero también formal, que por conocidas son absolutamente desconocidas

La segunda parte de la muestra está conformada por 15 acuarelas y 15 dibujos que retratan hitos históricos de la telefonía. Desde el aparato que inauguró la línea Madrid-La Habana hasta un móvil de segunda generación, los teléfonos retratados están ligados a anécdotas históricas y sociales. Todas las pinturas llevan atribuido un nombre de ciudad, así, al teléfono que el zar Nicolás II de Rusia empleó antes de que estallará la Revolución de 1917 el pintor lo llama “Leningrado” y al mas refinado de la telefonía checa, “Praga”.

Manuel Sáez es uno de los más brillantes pintores españoles de su generación. Su obra puede remitir tanto a la sensualidad y al erotismo de los objetos como al Pop Art o la Nueva Figuración.

El artista castellonense es fiel a los medios con los que empezó –lápices y pinceles- y con los que ha alcanzado cotas sublimes de precisión combinada con una potente capacidad analítica y conceptual. “El arte realizado con nuevos medios envejece a la velocidad a la que sus soportes quedan desfasados y eso reafirma la validez del lápiz y el pincel, máquinas antiguas y perfectas. El dibujo es la forma más sutil de pintar y la más compleja, permite la recreación y la lentitud”.

De ejecución impecable y diestra, las piezas del pintor forman parte de numerosas colecciones públicas y privadas, entre las que destacan la Fundación Argentaria (Madrid), la Fundació La Caixa (Barcelona), el IVAM (Valencia) y la Fundación Coca-Cola (Madrid). Desde 1981 ha realizado más de 50 exposiciones tanto en España como en el extranjero. Entre las más relevantes están las de la Fundació La Caixa en Valencia en 1991, el Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1996, la del Museo de Arte Contemporáneo de El País (Montevideo) en 1999 y el Museo Rufino Tamayo (México DF) en 2000 o el IVAM de Valencia también en 2000. Dentro de las muestras colectivas cabe destacar “Exquisite Corpse: The Rules of the Game” en el Drawing Center (Nueva York) y “Spain is Different: Post-Pop an the New Image in Spain” en el Sainsbury Centre for Visual Arts (Inglaterra). En 2002-2003 realizó un gran mosaico cerámico de 1.884 metros cuadrados para el ágora de la Universitat Jaume I de Castellón.